9. LA ERA DE LOS CENTAURONES: UNA AVENTURA SORPRENDENTE

16.04.2025

Muchos recordarán que Andrés el Español había provocado una algarabía de burlas en sus redes sociales, sin embargo en otros espacios a los que él no acudía, por estar profundamente enfocado en su trabajo investigativo, se estaban discutiendo cosas muy serias que habían sido provocadas a partir de la divulgación que él había hecho de las ideas y descubrimientos de Juan Ping Arias.

En realidad se había destapado el entusiasmo tanto en los círculos académicos como de aficionados. Largas discusiones se mantenían desde Los Ángeles hasta China y desde Alaska hasta Argentina, pero aquí la seriedad primaba por más altas y atrevidas que fueran las hipótesis o las ideas filosóficas. Sin embargo, a esta altura de esta historia Andrés no sabía que estaba triunfando porque no había salido de las redes sociales dónde se burlaban de él.

Sin saberlo ni proponérselo Andrés sería testigo de haber movilizado las ideas hacia una revolución intelectual con relación a los seres extraños que pueblan la tierra y que hasta entonces eran desconocidos.

Luz Celeste había sido preguntada por él acerca de sus preferencias gastronómicas pero ella cedió el liderazgo diciendo que comería lo que a él le apeteciera. De esta manera él escogió un restaurante conocido, con un amplio patio, donde podía sentirse más aislado y solitario para poder conversar un poco.

Después de consumir una buena comida se trasladaron al patio que tiene el restaurante y en una mesa apartada se sentaron los dos sin más plan que conversar a solas y sin más tema que lo que surgiera. Estaban solos en aquel amplio espacio. Andrés se sorprendió mucho al saber que la chica había estudiado Física y ahora cursaba algún grado de Física teórica, en contraste entre esto y la profesión por la cual la había encontrado.

—Entonces tú crees en los seres invisibles, como entidades reales con existencia física.

—Creo y he defendido las ideas de Juan Ping Ária y las tuyas en diferentes foros. Estoy totalmente convencida y segura de que tendrás éxitos en tus investigaciones.

En el preciso momento en que Pedro oía estas palabras que tanto necesitaba en su espíritu un grupo de aproximadamente veinte jóvenes de buena presencia entraban y organizaron las sillas de modo que formaran un círculo, aunque buscaron el espacio más alejado para no molestar Andrés y Luz con sus voces. Alguien habló de un moderador y un líder. Era evidente que era un grupo de discusión de personas con algún nivel de instrucción.

Un sirviente llegó con suficientes botellas de vino como para que no faltara por un buen rato. Mientras esto sucedía alguien se acercó a la pareja ofreciendo disculpas si alguna molestia le causaban. Luz se interesó y le preguntó:

—¿Son ustedes activistas políticos?

No, somos un grupo de discusión filosófica sobre las ideas de Andrés y Juan Ping Ária acerca de los seres gaseosos.

Evidentemente el joven no sabía que estaba frente a Andrés y él no hizo ningún gesto para aclararlo. Luz se dió cuenta de que era una ocasión interesante para contarle a sus amigas.

—Es un tema interesantísimo, —dijo ella.

—Claro que sí. Nosotros estamos muy entusiasmados.

—¿Y de cuál universidad son ustedes? Pregunto porque parecen estudiantes.

—Somos de diversos centros, todos de España y nos citamos para este encuentro desde hace quince días y logramos reunirnos veintiún seguidores de este asunto para llegar a algunas conclusiones.

—Me parece genial.

El joven les dijo que si el tema les interesaba podían acercar sus sillas y Luz le dijo que lo iban a colegiar entre ellos dos y si lo acordaban irían.

Andrés estaba literalmente estupefacto, pero para ese tiempo la muchacha había comprendido que él simplemente no sabía que sus ideas tenían apoyo y su interacción con el público se limitaba a sus redes sociales dónde el vulgo incrédulo predominaba.

Acordaron participar en el grupo de manera que él fuera incógnito y no diera opiniones y ella si fuera necesario participaría. Cuando comenzó la presentación y fueron dando los nombres y algunos datos. Él dijo su nombre y apellido y de profesión ufólogo. Nadie se dió cuenta de que estaban delante de el gran Andrés, principal investigador de estos seres.

Andrés no pudo evitar ciertas emociones al poder oír hablar de las cosas que él divulgaba sin que los participantes de aquel raro foro supieran quién era él.