17. LA ERA DE LOS CENTAURONES: LA INMENSA SOLEDAD

17.04.2025

Cuando Luz Celeste abandonó el piso donde vivió tres días con Andrés entendió que todo tipo de documentos así como las cámaras fotográficas y todas las computadoras debía salvarlas y por eso se los llevó. Revisó todo con tal de cumplir la encomienda que le había dado Andrés menos una libreta que al abrirla se dió cuenta que era un diario y por respeto la dejó intacta.

Si fue dura para ella la separación repentina y violenta del único verdadero amor de hombre que había conocido más duro fue obedecer el pedido de no avisar a las autoridades.

Desde que estuvo en el nuevo piso donde había llevado las cosas de Andrés escudriñó todo con tal de encontrar una pista que le sirviera para llegar hasta él y rescatarlo. Este fue el empeño de su vida. Lo primero fue revisar su cuenta de Facebook, la que conocía bien pero se encontró que la suya había desaparecido. Hizo una nueva cuenta y estuvo toda una semana rebuscando y no pudo encontrar a Andrés el Español. Desaparecieron todas los espacios en Internet donde se hablaba de los seres gaseosos incluyendo su grupo y las cuentas de sus amigas.

En una relación tan fugaz, aunque sí profunda, quedan muchas incógnitas. Ni tan siquiera Luz Celeste sabía quiénes eran los familiares de él, ni los apellidos porque en las redes sociales se firmaba como Andrés el Español; tampoco encontró pasaporte u otro documento de identificación. Para colmo de complicaciones no acordaron un punto donde verse si él fuera liberado o se fugara de sus captores. Lo único claro para ella era que lo buscaría y esperaría por él toda la vida si fuera necesario.

Luz era lo suficientemente inteligente para pensar que había un oscuro pero enorme complot y esto tenía que ver con la entidad que hoy conocemos como los centaurones. Sin embargo, en lo de que existía tal conspiración había acertado pero que se relaciona con los seres invisibles estaba equivocada, por lo menos en ese tiempo. Esto sólo lo pudo saber cuándo cinco años después se atrevió a abrir el diario y encontró que Andrés estaba realizando otras investigaciones.

No era un diario común sino más bien apuntes en orden cronológico, de diversos tipos, incluidos pero en menor cantidad asuntos personales. La Ufología es una disciplina muy complicada, como cualquier ciencia en sus inicios. Así que el cuaderno estaba lleno de conclusiones acerca de avistamientos, seres extraterrestres, naves y conclusiones personales donde escribía lo que creía y lo que no creía, incluso hablaba de los sueños que había tenido y de una extraña mujer que se mudó para el apartamento de al lado y en un año envejeció desde una apariencia de unos veinte años hasta parecer una anciana de noventa, sin embargo, parece que a nadie más le llamó la atención este cambio.

A mitad del cuaderno, el cual estaba casi lleno de apuntes, empezó a hablar de un sólo tema: los hombres de negro. Había resumido todo lo que se sabía de ellos. Al principio estaba un poco escéptico pero luego cambió de ideas y tuvo algunas observaciones en la que creyó haberse encontrado con ellos.

Más o menos cuando comenzó a estudiar a los seres gaseosos estaba ya totalmente seguro de que los hombres de negro no eran un invento de personas desquiciadas y fue entonces cuando decidió aplicar el método que él introdujo en las Ciencias de los Seres Extraordinarios (CSE): la provocación.

Dejando ciertos señuelos provocativos para atraer a estos seres comenzó de lleno los estudios de la especie gaseosa y fue tan intensa la convicción de que estos eran reales que se abandonó de la anterior investigación concentrándose en encontrar pruebas de estos otros.